martes, 16 de octubre de 2018

No resulta fácil. Tampoco para el otro, para los amores centrales o periféricos, para los compañeros de trabajo, los vecinos, las relaciones más casuales…
Por eso, desde mi sensible singularidad, y si acaso sirviera también para otras, te digo…
Decime cada vez que puedas que estoy linda, que me ves bien…Tampoco mientas descaradamente, claro.
Si empecé a hablar, dejame seguir, valorá que no lo hago con muchos de esa forma… prestame atención. Tampoco me preguntes diez veces lomismo. Mi mente está atenta.
No cuestiones mis decisiones ni mis tratamientos. No me cuentes lo que le pasó a la amiga de tu amiga, esperando encontrar similitudes. No me preguntes por las estadísticas. No te olvides que soy yo, que se trata de mí.
Tratemos de hablar sin eufemismos, nombrando lo que nos cuesta nombrar. Descanso en que me vas a ayudar en eso.
No me sirve que –exageradamente optimista- me digas que no pasa nada. Sí, pasa.
Si me atrevo a reírme de algo de lo que me atraviesa, acompañame, dejame tomar la iniciativa siempre, pero acompañame. No te incomodes.
Y si te jode, te veo más adelante. Cuando todo pase. Yo necesito reírme también, a veces.
Decime que me podés ayudar con mis perros y mis plantas la próxima vez que deba faltar de casa.
Dame tregua de problemas ajenos. Aliviame.
No me preguntes al mínimo detalle cuestiones médicas. Yo misma no sé todo. Hay preguntas que no se me ocurrieron aún. No lo sé. Y quizá no quiera saber tanto. No quiero ser una experta.
No me digas a cada rato que me cuide. Lo estoy haciendo.
Mimame.
Llama de vez en cuando a alguno de los míos, para preguntarles si están bien, si necesitan hablar con alguien que no sea precisamente yo, en medio de este entuerto.
Y cuando todo pase, y nos abracemos fuerte, no olvides que por mí pasó más que una enfermedad, una amenaza. Pasó el miedo, y eso me hace, quizás, más fuerte y más débil cada vez, pero seguramente, mucho más comprensiva a pesar de todos estos tips que hoy parece quisiera imponerte.
Me dirá usted
que la vida nunca ofrece garantías
que los márgenes de error
que las estadísticas.
Yo anudaré la garganta 
para obligarme a digerirlo despacito,
para volver a convencerme
que puedo convivir con la incerteza.
Y usted me mirará –yo ahogada-
ensayará algún consuelo
y entenderé que también es su trabajo
esto de andar atacando certidumbres.
Quizá maldiga por lo bajo
pero renunciaré a las pretendidas inmunidades que quería
y afrontaré azares, contingencias, accidentes.
Usted me mirará confiado.
Y yo volveré a entender.
Será la vida.
(para mis médicos, mis terapeutas, mis buenos amigos, para los saberes en los que confío)
Hoy hace exactamente dos años de este posteo... Estaba ilustrado con una fotografia de Bea, la arquera, que fue removida por las "normas comunitarias" de Facebook.
No importa, sigue en mi memoria.
"Hoy hace exactamente un año me practicaban una mastectomía por un diagnóstico de cáncer de mama. Dudé mucho en escribirlo así, con todas las letras. En este año compartí algunos posteos que, para los amigos que sabían, eran guiños que daban cuenta de cómo venían los días. Quizá porque uno entiende que debe preservarse o que debe preservar a los propios no lo escribí claramente. Pero quienes se han cruzado conmigo saben que no he tenido ningún pudor en compartirlo.
Hoy, siento que mi teta, la que me falta, la que hemos (mis médicos y yo) reconstruido, puede ser casi, casi, un hecho político, al menos para mi, y un hecho del lenguaje. Medio en broma, medio en serio, empecé hace unos días a decir esto entre mis amigos. Mi teta, y las otras tetas que faltan, hablan de prevención, de presencia o ausencia del Estado, porque la diferencia entre la vida y la muerte a veces sólo tiene que ver con los recursos, económicos claro. Habla de muertes de demasiadas mujeres vulnerables. Mi teta habla de la necesaria calidad de imagen en un diagnóstico, de médicos formados, de médicos humanos, de la necesidad de asistencia psicológica. Nuestras tetas hablan de la posibilidad que tienen las mujeres mastectomizadas de reconstruir su mama de manera gratuita, porque desde el 2013 es ley que así lo hagan los efectores públicos, las obras sociales y las prepagas. Ya no es una cuestión "estética". Nuestras “no-tetas” hablan de cosas públicas. Nuestras tetas militan.
Y es un hecho del lenguaje también porque la palabra cáncer tiene un peso simbólico muy fuerte, de esos que pueden llegar a ahogar y que estaría bueno –porque el lenguaje no es inocente para quien habla pero tampoco para quien escucha- poder alivianarlo a fuerza de más palabras…sacarle peso, hacerlo vulnerable, menos categórico, y a la par de ello empoderarnos.
En esta convicción escribo: mi “no-teta” tiene un sentido, que no se agota en mí.
Por las tremendas mujeres que quiero y pasaron y pasan por lo mismo: Olga –la mamá del Negro- Fabi, Fina, Sandrita, Graciela, Analia, la negra Eugenia… Por las que amo entrañablemente y no quiero que pasen por lo mismo. Por mis amigas, que en su mayoría tienen cobertura médica y por eso, la obligación de controlarse. Por las que no tienen cobertura y tienen que madrugar y esperar para sacar un turno en un hospital o dispensario público. Para las que no conocen el trabajo de Lalcec, por las que nunca en su puta vida se hicieron un control y transitan indolentes la desidia, por la amiga que ayer me contaba, sacó un turno para otra amiga, la cargó en el auto, la llevó de prepo al médico (si, de vos, rubia linda y desorejada escribo…) y hoy se ríen juntas de ese gesto de amor y cuidado…
Porque literalmente hay que poner el pecho. Para curarse, de una forma más contundente. Pero para prevenir sólo basta con tocarse. Esta no es sólo la historia de mi teta. Somos muchísimas mujeres con este diagnóstico, más de las que imaginamos. Algo pasa, pero el cáncer de mamas hoy tiene altas expectativas de sobrevida. Quizá no podemos prevenir cuándo nuestras células empiezan a enloquecer, pero sí podemos ayudar a un diagnóstico temprano. A mí y a mis amigas ese diagnóstico precoz nos ha salvado –entre otras cosas también, claro-. Con los costos que transitó cada una, pero vivas. La enfermedad tiene un sentido y en afrontarlo vamos sanando.
Apenas diagnosticada, María, mi hija -quién, si no- me acercó la leyenda de las amazonas, contándome que la palabra viene de a-maxon (sin pecho), porque, me dijo, las guerreras se extirpaban el seno derecho para poder tensar mejor el arco. Que en eso les iba la supervivencia. -A vos también, mamá, me dijo. En eso nos va la supervivencia también a muchas de nosotras.
Antes Octubre era un álbum de los Redondos, el dia de la madre, el folklore peronista, la llegada de Colón, hoy octubre también es el mes de la concientización del cáncer de mamas. Y acá estamos, mi no-teta y yo para ponerle el pecho.
PD: los agradecimientos que debo algún dia irán en un capitulo aparte. Son muchos.
La foto era de Toni Balanzà - Fotografía y la bellísima arquera Beatriz Mico Perez .. sugiero googlearla para verla completa...

jueves, 26 de octubre de 2017

Illuminare.








Illuminare. Dar luz. Escribir sobre el cuerpo desnudo sólo con trazos de luz.
Esa fue la idea que dio vueltas en torno a la muestra fotográfica. Hablar del cáncer de mamas. Visibilizar, mostrarlo, exponerlo. Diluir el peso del diagnóstico. Afrontar las secuelas de una mastectomía. Fomentar la detección precoz.

Fotografia: Eduardo Correa Luna.
eduardocorrealuna.blogspot.com
Octubre 2017.
Exposicion: 17 al 31 octubre 2017. Teatro Provincial Ideal - Venado Tuerto.

martes, 24 de octubre de 2017


"Illuminare" Muestra fotográfica.
Eduardo Correa Luna.
Teatro Provincial Ideal.
Octubre 2017
Verbos. Futuro imperfecto. Crónico. Un miedo que se actualiza. Siempre. Un camino que se angosta. A veces. Probabilidad, certeza. Ya no será futuro simple ni perfecto. Quién lo querría. Imperfecto, sin certezas. Imperfecto, pero futuro.

sábado, 20 de agosto de 2016

Hachazo en el pecho / Cicatriz / El espejo se triza conmigo / Y no me veo / O si / Pero incompleta / No soy yo / No es mi cuerpo / Partida al medio / Asimétrica / El espejo me muerde / Me agrede / Me enoja / Nauseosa / No me encuentro / Ahí no estoy. / Debo empezar a buscarme en otro lado / Para encontrarme, por fin, en lo que soy.